Una acción en singular en torno a una idea es un proyecto. Ahora, cuando esa acción se lleva a cabo en conjunto con otrxs, construye un colectivo artístico, que germina nuevas ideas y formas de encararlas.
En esta oportunidad, con enorme placer presento al sello independiente Ojarasca. La escena experimental está de parabienes gracias a sonidos envueltos de jazz de que provienen de Escobar, más particularmente de Ingeniero Maschwitz, en donde se radica Ojarasca.
A manera de manifestación de estas intenciones colectivas, pareciera que la primavera floreció en una serie de sesiones que el sello está lanzando al momento de escribirse esta nota. Estos registros corresponden a la cuarta edición de las Sesiones Ojarasca, grabados a mediados de febrero del corriente año. En ellas, lxs protagonistas son tres baluartes de la vanguardia sonora local: Agua de Fuego, Nomateo y ÑÑÑÑ.
Cada nueva entrega nos presenta, en cuanto a lo visual, un show grabado a tres cámaras, editado para que se nos presente en blanco y negro (si se me permite la apreciación, el resultado evoca a la noche). Se destaca el halo de intimidad intencionado y acertado, claro, para ver en este momento, teniendo en cuenta en los tiempos que corren, imprevistos por el entonces de su grabación.
Se presiente que fue una noche rebosante de emociones musicales la del 16 de febrero del 2020 y esta es una declaración que puede argumentarse fácilmente. Es que la performance de Agua de Fuego nos llevó, en los siete temas registrados, hacia un universo fascinante que se nos va develando de a poco. La presentación del trio conformado por Sara Pozo, Laurel Florida y Caetano Parnes nos hace sentir como una hoja a merced del capricho del destino. Una brisa dulce que se torna en tornado por momentos, pero siempre mantiene su equilibrio conmovedor.
Se destacan, para quien escribe, "El mar", canción que abre la lista de temas, el que le sigue titulado "Espíritu de agua" (con la participación de Martina Ágata en voces) y la deliciosa y sutil "El amor es un barco". En líneas generales, el show entero del misterioso trío de jazz, muestra a un grupo que destaca por sus interpretaciones excelsas, su buen gusto y expresión distinta (y distintiva). En algunos pasajes, la dulzura se convierte en incomodidad, en otros el tándem protagonizado por la voz de Sara y el violín de Laurel logra una fluidez en el diálogo remarcable. Si me piden una conclusión, creo que no hay que perder de vista a ningunx de sus integrantes de Agua de Fuego.
