¿Cuántas veces el oficio de escritorx de unx artista nos permite pensar que nos habla directamente a nosotrxs al cantar? Al percibir cierto mensaje, el sentimiento de que esa estrofa, esa frase o esas palabras significan otra cosa nos cautiva. El contenido cambia absolutamente y ya no es el que, quizás, era originalmente.
Esta capacidad a la hora de escribir canciones hace que algunxs autorxs logren entablar un verdadero diálogo con un público variado, heterogéneo, diverso y de esa forma calar más hondo en el imaginario colectivo. Desde ya, podría ser categórico y afirmar que el suceso artístico se completa con la recepción por parte de unx oyente, por ende siempre encierra múltiples interpretaciones tan válidas la una como la otra.
Hay obras que a varios años de su lanzamiento se mantienen actuales, otras que permiten un análisis tan amplio que se ajustan a varios contextos, y en algunos casos producciones que parecen surgidas de la mismísima clarividencia.
Sin lugar a dudas, un ejemplo de lo que digo es el último trabajo de larga duración de los Talles Espaciales, "Lonze". Lanzado en el 2019, hoy se presenta premonitorio, con aires tan apocalípticos como reales y una postura desfachatada frente a lo que está por llegar.

La portada luce un cielo violeta, con un mausoleo que se asoma y nos sitúa en el cementerio de la Recoleta, mostrado desde la estética glitch art, Lonze ya nos sumerge dentro de un imaginario concreto. "Este proyecto no va a ninguna parte” manifiesta la primera frase del álbum. Lo que en su momento podría haber servido como síntesis de lo que fueron los años macristas, ahora cobra un nuevo significado en pleno desarrollo del aislamiento social.
Hay obras que a varios años de su lanzamiento se mantienen actuales, otras que permiten un análisis tan amplio que se ajustan a varios contextos, y en algunos casos producciones que parecen surgidas de la mismísima clarividencia.
Sin lugar a dudas, un ejemplo de lo que digo es el último trabajo de larga duración de los Talles Espaciales, "Lonze". Lanzado en el 2019, hoy se presenta premonitorio, con aires tan apocalípticos como reales y una postura desfachatada frente a lo que está por llegar.
La portada luce un cielo violeta, con un mausoleo que se asoma y nos sitúa en el cementerio de la Recoleta, mostrado desde la estética glitch art, Lonze ya nos sumerge dentro de un imaginario concreto. "Este proyecto no va a ninguna parte” manifiesta la primera frase del álbum. Lo que en su momento podría haber servido como síntesis de lo que fueron los años macristas, ahora cobra un nuevo significado en pleno desarrollo del aislamiento social.
Decadencia, alejamientos y murciélagos son solamente algunos de los rasgos distintivos del disco, que son tratados con los ojos propios de quien vio venir de antemano el 2020. Los Talles Espaciales también nos proponen contextos de clandestinidad, unión barrial, estrategias de supervivencia y mucho más en Lonze.“El vino se calienta mientras pienso en los pormenores de una nueva ciudad” es una de las frases del último track del disco que resuenan aún en mi cabeza, como grageas de las angustias cotidianas de quien les escribe, y es presumible que también de muchxs más.
Entonces, queridxs lectores, ahorremos las palabras y vamos a entregarnos a la escucha del disco, que está alojado en todos los medios de streaming y disponible en formato cassette, a ver si encontramos perdido entre las guitarras distorsionadas, por ahí sonando algún eco de un tiempo futuro.
